martes, 3 de mayo de 2011

el origen del movimiento taliban

ORIGEN DEL MOVIMIENTO TALIBAN

Afganistán, compuesto por numerosos y diferentes grupos étnicos continuamente enfrentados entre sí (uzbekos, tayikos del Norte, pashtunes, hazaras e ismaelitas), se conforma como tal en 1747.
En 1837, coincidiendo con el comienzo del reinado de Victoria I, ante el temor a que la influencia rusa se extendiera hacia la India, Gran Bretaña comienza su intento de dominar Afganistán.
La resistencia de este antiguo reino a los británicos se extiende durante todo el final del siglo XIX y principios del XX, concretándose en la llamadas guerras Anglo-Afganas, que finalizan con la obtención de la independencia de Afganistán el 19 de agosto de 1919.
Afganistán se convierte en una monarquía en la que ocupó el trono el Emir Amanullah que cambió su título de Emir por el de Padshah (Rey), tratando a su vez de modernizar y occidentalizar el país, acercándose a la Unión Soviética.
Esta incipiente amistad con Moscú se ganó, desde el primer momento, la oposición de buena parte de la población encabezada por Kalakani Nadir Shah que consiguió derrocar a Amanullah, asumiendo el trono hasta que en 1933 fue asesinado. La monarquía pasó a manos de su sobrino Kalakani Nadir Shah que gobernó el país con mano de hierro y extrañas alianzas tanto con el Reino Unido como con la URSS, durante 40 años (hasta 1973).
Ese año un golpe de estado derribó a la monarquía y proclamó una débil república que tan solo duró 5 años debido a la encubierta guerra civil que asolaba el país desde la caída del “dictador” Nadir Shah.

La invasión Ruso-Afgana y el germen talibán

En 1978, un gobierno comunista apoyado claramente por la URSS se instaló en Kabul. Las continuas fricciones internas del nuevo gobierno, la ambición expansionista de los soviéticos y el miedo al contagio, a través de sus fronteras, de este paulatino ascenso del islamismo en Afganistán, llevaron a la URSS, en la Navidad de 1979, a invadir a su vecino
Esta invasión derivó en la larga guerra Ruso-Afgana. La fuerza de las guerrillas islámicas y en especial los muyahidín, apoyados directamente por EE.UU., dentro del marco internacional de la Guerra Fría, se convierten en el gran azote de las bien adiestradas tropas de Moscú.
Durante el desarrollo de esta guerra de independencia, los muyahidín, cada vez más preparados gracias a los suministros de armas Washington y los millones de petrodólares provenientes de Arabia Saudí, derivan en un nuevo e incipiente grupo de guerrilleros que se rigen por la ley islámica o Sharia y que se denominan a sí mismos, Talibán (“Estudiantes”).

El éxito de una ideología

Los talibán pretenden una renovación de la sociedad afgana por medio de la tradición y se nutren de los “huérfanos de la guerra”.
Los jóvenes históricamente desheredados de Afganistán encuentran en estos incipientes grupos de guerrilleros espirituales (“los soldados de Dios”) un sentido a su desestructurada vida, una causa por la que luchar, una forma de vida, la recuperación de una dignidad perdida y una gran familia que recupera el panislamismo de tiempos pasados llevados a su máxima radicalización.
Y es en esto donde radica el éxito de sus enfrentamientos con los soldados soviéticos. La disciplina férrea, el desprecio de la vida en pos de una victoria definitiva, la santificación de la guerra y, por supuesto, a pesar de su rechazo a cualquier injerencia extranjera y su odio hacia todo lo que oliera a Norteamérica, el continuo aprovisionamiento de armas desde Pakistán y EE.UU.

La injerencia de EE.UU.

Los muyahidín, con la aquiescencia y la bendición de Washington, provocan en 1989 la retirada de las tropas de una humillada URSS que, a pesar de las impresionantes pérdidas de soldados y el gran esfuerzo militar, apenas había llegado a controlar, a lo largo de casi 10 años, la capital y pequeñas zonas fronterizas.
Tras la retirada de los soviéticos, se inicia una nueva guerra civil entre los muyahidín, respaldados por EE.UU. y Pakistán y el gobierno pro-soviético de Kabul. Pero el colapso de la Unión Soviética, precipita el hundimiento del régimen oficial y fragmenta aun más si cabe el país, dejando el poder regional en manos de los señores de la guerra.

La desintegración de un país y el ascenso al poder

Esta desintegración favorece las posturas radicales de los Talibán frente a los antiguos muyahidín que culmina en 1996 con la entrada de los “Estudiantes” en Kabul y la imposición de la Sharia como única y sagrada ley por la que se rige el nuevo y extremadamente duro régimen que controlará hasta en los más pequeños detalles la vida de los sufridos afganos.

El principio del fin

Desde 1996, Afganistán se convierte en un hervidero del islamismo extremista que Washington es incapaz de controlar. Sus doctrinas se van contagiando a muchos jóvenes dentro del mundo islámico transformándose en diferentes grupos internacionales con diferentes nombres, entre los que destaca Al Qaeda y su celebérrimo supuesto cerebro Bin Laden, que ante todo tienen en común el convertir la Yihad o Guerra Santa contra los infieles en su bandera y el tener a EE.UU. como su más odiado enemigo y que culminará en septiembre de 2001 con el archiconocido ataque a las Torres Gemelas de Nueva York.
Este hecho da lugar al principio del fin del dominio talibán en Afganistán y al inicio de la nueva cruzada internacional contra el islamismo radical que dura hasta nuestros días

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La invasión soviética

La invasión de la Unión Soviética, constituye una etapa previa al surgimiento del movimiento Talibán. Esto se debe a que la mayoría de sus miembros formaron parte de la resistencia contra los rusos. Los muyahidin afganos, apoyados por EEUU, se convirtieron en las tropas de choque antisoviétícas. De este conflicto afgano-ruso, surgirá una segunda generación de muyahidín que se denominarán a sí mismos, Talibán: “estudiosos del Islam”.
Ante el miedo de compartir su frontera con un grupo de Estados islámicos y con la ambición de extender su imperio; la URSS invadió Afganistán en Navidad de 1979. El resultado fue un conflicto bélico que duró 9 años e involucró a más de 100.000 hombres. Moscú pudo controlar Kabul y las principales ciudades pero nunca logró eliminar a las guerrillas que, apoyadas por Occidente, mantuvieron el control del 80% del territorio afgano.
La invasión soviética tiene su origen dentro de Afganistán. En 1978, el Partido Demócrata del Pueblo (comunista) derrocó al régimen republicano. El presidente Mohamed Daoud Kha y su familia fueron asesinados junto con centenares de partidarios. Nur Tarahi, líder del partido comunista se hizo cargo del poder.
El ascenso del partido comunista aumentó la influencia de la Unión Soviética sobre Afganistán. Pero este país occidental cometió un grave error: ver a los afganos como un pueblo de identidad única. Los afganos siempre fueron gente autónoma y poco dispuesta a aceptar un manejo centralizado. Afganistán es una nación tribal con un complejo mapa étnico. Hay grandes matices que dividen étnica y lingüísticamente a Pashtún, Hazara, Tajikos, Uzbekos, etc., que conforman la población de 23 millones de afganos. Los rusos actuaron sin comprender la situación política a la que se enfrentaban.
De esta manera, se fueron acentuando las fricciones dentro del partido comunista, inspiradas por ambiciones personales y diferencias ideológicas, En este clima de luchas y tensiones internas, el 27 de diciembre de 1979, las tropas soviéticas tomaron por asalto el palacio del presidente Amin, lo asesinaron, y tras ocupar Kabul, nombraron a Kamal en su lugar.
En los años que siguieron a la ocupación rusa, Afganistán no conoció momentos de paz. En lugar de extender su poder, la URSS se involucró en una compleja e incontrolable guerra de guerrillas. Negociar con la resistencia fue imposible para Moscú. La guerrilla mantuvo, desde las montañas, el 80% del país en su poder.
Hasta 1986, EEUU, archienemigo ruso en el contexto de la Guerra Fría; permaneció expectante ante el conflicto ruso-afgano. A partir de ese momento, la más poderosa oposición al régimen soviético, fue armada por los norteamericanos vía Pakistán y con el apoyo de Arabia Saudí.
Las luchas entre las diferentes facciones rebeldes y contra los rusos, provocaron 3 millones de refugiados. Tras varios intentos de detener una guerra que ya era incontrolable, en 1988 se firmó en Ginebra un acuerdo de no injerencia y no intervención, y Mijail Gorbachov retiró el Ejército Rojo de Afganistán. Afganistán terminó siendo para la URSS lo que Vietnam fue para EEUU. Gran parte del colapso definitivo del régimen soviético se debió a la derrota de sus tropas en territorio musulmán. La lucha contra los soviéticos fue una yihad dirigida por jefes clánicos y ulemas, y no una yihad ideológica dirigida por islamistas.
La comunidad internacional, incluyendo a las superpotencias, los estados de la región y las Naciones Unidas, no pudo llegar a una solución política para reducir los conflictos que estaban destruyendo Afganistán. Hubo varios intentos, los cuales pueden dividirse en dos fases:
a) Firma de los acuerdos de Ginebra en 1988 que garantizaban el retiro de las tropas soviéticas del territorio afgano. Pero estos acuerdos no preveían un gobierno provisional ni ninguna otra medida para llegar a un acuerdo político dentro de Afganistán. El texto disponía el cese de toda ayuda a la resistencia, pero EEUU reivindicó el derecho a seguir proporcionando su ayuda, También la URSS reclamó el derecho de seguir ayudando al régimen que había instaurado. El objetivo de EEUU era obtener más ventaja sobre la URSS, esto hizo que los acuerdos nunca se lleven a la práctica.
b) 1989-1992: período de guerra por el poder entre muyahidin, apoyados por EEUU y Pakistán y el régimen respaldado por los soviético de Mohamed Nayibulá. Por pedido de la ONU, EEUU y la URSS acordaron poner fin al envío de ayuda. Pero la desintegración de la Unión Soviética, precipitó el hundimiento del régimen interno de Nayibulá. Una nueva etapa de guerra civil comienza en Afganistán entre facciones de los antiguos muyahidin. Estos conflictos civiles, se debieron a la entrada de ayuda extranjera y no a la dividida estructura política dentro de Afganistán. El estado basado en la ayuda, creció sin integrar una sociedad nacional. La fragmentación de esa sociedad se reafirmó en una serie de conflictos étnicos y tribales. El núcleo del Estado, el ejército, se deshizo en motines faccionales de carácter étnico.
Ya sin la presencia de los rusos, el país se sumergió en una guerra civil entre más de 20 tribus. En 1992, las fuerzas del comandante Ahmed Shah Massud llegan a controlar Kabul. Los partidos de la resistencia se reparten provincias y regiones donde se afirma la autonomía, cada uno organiza su territorio. El Afganistán de posguerra se encuentra desgarrado.
La guerra civil estuvo determinada, en gran medida, porque Kabul cayó en manos de las fuerzas tayikas al mando de Rabbaní y su jefe militar Massud; y de las fuerzas uzbekos, que atacaron desde el norte, al mando del general Dostum. Fue un golpe psicológico devastador, por primera vez en tres siglos, los pashtunes perdieron el control de la capital.
A fines de 1994, Afganistán se hallaba en estado de desintegración. El país estaba dividido en feudos regionales por señores de la guerra, los cuales habían luchado, cambiado de bando y luchado de nuevo en una serie de alianzas, traiciones y muertes; estos señores dominaban el sur de Afganistán y Kandahar. Eran ex muyahidín y bandidos que saqueaban a la población.
Hacia 1995, el gobierno enfrentaba serios problemas internos: el desarme de la población trajo como consecuencia la corrupción de los oficiales y la arbitrariedad hacia los civiles. Los talibán estaban bien informados de esos problemas. Además, la conquista de Kandahar y luego de Herat significaron el comienzo del fin del gobierno de Rabbani. Para intentar frenar la incontrolable guerrilla, el presidente acuerda un plan de paz que debía aprobarse por todos los líderes guerrilleros. Sin embargo, el surgimiento del grupo Talibán impidió el fin de la guerra civil afgana. Desde 1994 los talibán serían el elemento aglutinador que polarizaría de nuevo la contienda en dos claros bandos: ellos contra la Alianza del Norte.
En 1996, los talibán toman Kabul, la victoria fue total. Ninguna fuerza afgana había llevado jamás una serie de operaciones tan rápida y compleja en una zona tan amplia.

El misterioso grupo Talibán
El movimiento Talibán es una mezcla de tradición y renovación. Tradición en la manera de imponerse como representante del orden moral, apoyándose en la organización tribal y clánica del sur pashtun y en las redes de poder existentes. Renovación, porque utiliza las aspiraciones populares para consolidar su poder.
El grupo talibán tiene un doble origen. Uno, interno que data de los años posteriores al retiro de las tropas soviéticas. Otro, externo: Pakistán.
Los talibán provienen de la etnia Pashtún del sur de Afganistán. La palabra Talibán significa estudiante. Su origen es producto de la raíz árabe talaba (estudiar), y del sustantivo talib (estudiante). El plural de ésta en árabe, es Talibán. Al escoger ese nombre estaban demostrando un distanciamiento de la política partidista de los muyahidin e indicaban que eran un movimiento para purificar la sociedad. Los talibán, a pesar que ser producto de la yihad y ex muyahidin, estaban desilusionados por la división en facciones. Se consideraban los purificadores de una guerra de guerrillas descontrolada, un sistema social erróneo y un estilo de vida islámico que corría peligro debido a la corrupción y el exceso.
Los principales lugares para la formación de los talibán eran las madrasas:; escuelas coránicas surgidas a lo largo de la frontera, dirigidas por mullah afganos o por los partidos fundamentalistas islámicos de Pakistán. En las madrasas se estudiaba el Corán, los dichos del profeta Mahoma y los aspectos básicos de la ley islámica. Los alumnos no tenían ninguna preparación en matemáticas, ciencias, historia o geografía. Muchos jóvenes no conocían la historia del país por el que luchaban; pertenecían a una generación que nunca había visto a su país en paz. Eran los “huérfanos de la guerra”, los desarraigados y turbulentos, los económicamente débiles. Admiraban la guerra porque era la única ocupación a la que podían adaptarse. Su creencia en el Islam mesiánico y puritano, era su único apoyo y lo que daba sentido a su vida. Integrar el movimiento talibán ofrecía a los jóvenes una causa religiosa por la que luchar y toda una forma de vida que adoptar.
En los primeros meses de conformado el movimiento, las victorias de los talibán, crearon una mitología de invencibilidad que sólo pueden conseguir los “soldados de Dios”. Cada victoria reforzaba la verdad percibida de su misión: la de que Dios estaba de su parte y que su interpretación del Islam era la única viable. Este movimiento nació en los campos de refugiados afganos de Pakistán. Su líder espiritual es el mullah Mohamed Omar. Es la persona que dirige la jerarquía religiosa del país. Fue un ex comandante de un grupo de muyahidin durante la guerra contra la URSS. Con apoyo paquistaní, los Talibán se convirtieron en una fuerza cohesionada. Los propósitos del grupo talibán eran: restaurar la paz, desarmar a la población, reforzar la ley de la sharia y defender la integridad del carácter islámico de Afganistán.

Organización política y militar

Al principio, los talibán no exigieron el poder para ellos, insistían en que estaban restaurando la ley y el orden y que entregarían el poder a un gobierno formado por “buenos musulmanes”. Sin embargo, luego de la toma de Kabul, la postura de los talibán cambió por completo y se volvieron sumamente centralistas, dictatoriales e inaccesibles. A medida que el mulá Omar se volvía más poderoso, se negaba a salir de Kandahar para ver y entender el resto del país y conocer el pueblo sobre el que mandaba. El vértice del cuerpo decisorio del gobierno talibán era la shura suprema radicada en Kandahar. En ella dominaban los antiguos amigos y colegas de Omar: jefes militares, jefes tribales y ulemas. Constituía un coto cerrado que no representaba los intereses de toda la nación. Otras dos shuras dependían de Kandahar. La primera era el gabinete de ministros radicados en Kabul, la segunda el consejo militar. Las shuras locales completan el cuadro administrativo del gobierno talibán. En ellas no intervenía ningún ciudadano local importante. Los talibán rompieron con la tradición de que los gobernadores y funcionarios provinciales procedían de la élite local y reflejaban la composición étnica local de la población. Los talibán efectuaron una purga en la burocracia de Kabul, sustituyendo por pashtunes, la mayoría sin experiencia gubernamental, a todos los burócratas tayikos, uzbekos y hazaras. Como resultado de la pérdida de personal experto, los ministerios dejaron de funcionar.
La estructura militar está envuelta en un gran secreto. El Jefe de las Fuerzas Armadas es el mulá Omar, pero no está claro cual es su posición y que papel representa. Por debajo hay un Jefe Supremo de Estado Mayor y luego jefes del estado mayor del ejército y la fuerza aérea,. No existe ninguna estructura militar clara, con una jerarquía de oficiales y jefes. Aparte del reclutamiento general impuesto por los talibán, los jefes individuales de zonas pashtunes son responsables de reclutar soldados, de pagarles y ocuparse de sus necesidades mientras prestan servicio.

Contacto exterior: Amigos-enemigos

La principal fuerza regional detrás del fenómeno talibán es Pakistán, en especial su servicio de inteligencia (ISI). Los talibán eran la única fuerza alternativa posible para alcanzar los objetivos estratégicos de su país: repatriar a los millones de refugiados afganos, acceder a los mercados de Asia Central, establecer una ruta segura para exportar gas y petróleo desde Turkmenistán vía el Mar de Arabia, aumentar su posición regional con respecto al eterno rival indio.
Arabia Saudí se considera a sí misma líder indiscutible del mundo islámico. Cuando la URSS invadió Afganistán, los saudíes sintieron amenazadas la estabilidad de la región, su monarquía, las riquezas del Golfo Pérsico y el futuro del Islam. Millones de petrodólares fueron enviados a la resistencia afgana. Tras la retirada de las tropas soviéticas, Arabia Saudí dejó de sentirse amenazada territorialmente, pero necesitaba contrarrestar la revolución islámica chiíta en Irán, de esta manera, apoyó la instalación de un gobierno amistoso en Afganistán por medios violentos. Arabia Saudí tiene toda la intención de descartar a Irán de la explotación de Hidrocarburos de Asia Central.
Irán comparte fuertes lazos históricos y culturales con Afganistán, donde el persa es uno de los idiomas más hablados. Pero, debido a que es el único país musulmán oficialmente chiíta, apoya en todo el mundo las causas que profesan esta rama del Islam; seguida en Afganistán por solo el 20% de la población.

La batalla por los hidrocarburos

Carlos Bulgheroni, argentino y presidente de la compañía petrolera Bridas, fue el primer contacto de los talibán con el mundo exterior de las altas finanzas y la política petrolera. Entre 1995 y 1996 viajó a Afganistán a visitar a los señores de la guerra para convencerlos de que su gasoducto era una posibilidad realista.
Bridas propuso construir un gasoducto de 1.400 kilómetros desde un yacimiento en Yashlar (Turkmenistán), llegando al sur de Afganistán, hasta Sui, en la provincia de Beluchistán, donde se originan las reservas de gas. Bridas proponía un gasoducto abierto, de modo que otras compañías y diferentes países pudieran transportar su gas por él.
En febrero de 1996, Bulgheroní firmó un acuerdo por 30 años con el gobierno afgano, entonces presidido por el presidente Rabbani, para que Bridas, junto con un consorcio internacional, construyera y se ocupara del funcionamiento del gasoducto. Bridas entabló negociaciones con otras compañías, entre las que se encontraba Unocal.
Sin embargo, el proyecto tan deseado de Bridas no llegó a concretarse. Precisamente, fue Unocal la que ganó la partida. La empresa norteamericana tenía interés en construir su gasoducto utilizando los yacimientos petrolíferos existentes en Turkmenistán, cuyos beneficios corresponderían a dicho país. Nijasov, presidente de Turkmenistán, necesitaba mucho más a los norteamericanos que a los argentinos, e inició un diálogo diplomático con EEUU. De este modo firmó un acuerdo con Unocal y su socio, la compañía Delta Oil, propiedad de Arabia Saudí para construir un gasoducto a través de Afganistán. Los talibán vieron en este proyecto la oportunidad de que su gobierno fuera reconocido por los EEUU.
Sin embargo, Unocal se enfrentaba a problemas con Nijasov, quien estaba más alejado que nunca de la realidad. Exigía con rapidez el oleoducto, pero era imposible iniciar 
la construcción en medio de una guerra civil. A lo largo de 1998 se intensificó la presión de las feministas sobre Unocal; un grupo activista pidió al fiscal general de California que disolviera Unocal por delitos contra la humanidad y el medio ambiente y por las relaciones de la empresa con los talibán.
Los bombardeos de EEUU a los campamentos de Bin Laden, obligaron a Unocal a retirar su personal de Pakistán y Kandahar. En estos momentos la mayor preocupación de EEUU es la captura de Bin Laden. Pero es evidente que ninguna compañía petrolera puede construir un conducto para gas o petróleo a través de Afganistán con cuestiones pendientes como Bin Laden y la lucha incesante.  

CONCLUSIONES

Toda la población afgana ha sido desplazada, no una, sino varias veces. La destrucción de Kabul es total. El cruce de caminos de Asía en la antigua ruta de la seda, no es más que kilómetros de cascotes, no existe nada parecido a una infraestructura capaz de sostener a una sociedad, ni siquiera en el mínimo denominador común de la pobreza.
Las divisiones de Afganistán son múltiples: étnicas, sectarias, rurales y urbanas, incultas y cultas, los que tienen armas y los que fueron desarmados. La economía es un agujero negro que está succionando sus vecinos con el comercio ilícito y el contrabando de drogas y armas.
Las complejas relaciones de poder y autoridad desarrolladas en el transcurso de los siglos se han desbaratado por completo. No hay un dirigente o grupo concreto que esté legitimado para reunificar el país. Gran parte de la culpa de que la guerra se prolongue la tienen los poderes externos que siguen apoyando a unos y otros.

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