viernes, 8 de abril de 2011

bienvenidos al mundo del ateismo

http://maps.google.es/maps?f=q&hl=es&q=Carrer+de+Daoíz+i+Velarde,+30,+08028,+Barcelona,+Barcelona,+Cataluña,+España&sll=40.396764,-3.713379&sspn=18.255703,29.663086&ie=UTF8&cd=3&ll=41.374393,2.132163&spn=0.008792,0.014484&z=16&iwloc=addr&om=1UAL, Unión de Ateos y Librepensadores es una asociación sin animo de lucro que promueve el ateísmo. Nos puedes visitar todos los jueves de 19:30 a 20:30. Estaremos en la calle Daoiz y Velarde, 30-32 de Barcelona
http://ateos.org/?page_id=2
Bienvenidos al mundo del ateísmo, al mundo de los que han decidido dejar de ser esclavos de la religión para ejercer su propia libertad. El ateísmo es la filosofía de aquellos que consideran que no hay ninguna razón para aceptar que, más allá de la realidad material, existen seres de una naturaleza distinta y superior a la humana, en los cuales se encuentra el origen y el sentido de nuestra existencia.

Pero también es mucho más; es una actitud mental positiva que promueve la libertad de conciencia y que estimula el conocimiento, que busca establecer un estilo de vida basado en la figura del hombre como motor del progreso y del bienestar, que alienta a desarrollar un sistema ético que fomente el respeto mutuo, la comprensión y la tolerancia, la responsabilidad de todos con ellos mismos, con la sociedad y con el mundo. Es, en definitiva, una forma de pensar que ama la vida y que rechaza el temor y el espíritu de sumisión que se esconde detrás de los dogmas y creencias de las doctrinas religiosas.

El ateísmo es liberador, enseña a disfrutar libre y responsablemente de la vida aquí en la tierra y a superarse para hacer del mundo y de la sociedad, gracias al propio esfuerzo, un hogar acogedor y digno, un lugar donde todos seamos capaces de vivir una vida mejor.

Si os seduce esta idea, os invitamos a descubrir en estas páginas un reto, un estímulo, un gran proyecto, una ilusión. Asimismo, recomendamos que no prosigan su visita aquellos que no estén interesados en un mundo menos dogmático e intolerante. No pretendemos ofender a nadie, pero entendemos que ciertas personas con creencias fuertemente arraigadas pueden sentirse molestas al navegar por nuestras aguas.

Objetivos de la UAL

OBJETIVOS GENERALES
1. Agrupar a los ateos
1.1 Agrupar, sin ánimo de lucro, a los ciudadanos con unas ideas, una ética, una moral, unos valores sociales y unas normas de conducta ateas, democráticas y tolerantes.
1.2 Colaborar con otros colectivos, asociaciones y organizaciones nacionales e internacionales que promuevan y defiendan el ateísmo, la laicidad y la libertad de pensamiento.
2. Recoger y coordinar las opiniones y las acciones de los ateos
2.1 Recoger y coordinar las opiniones de los ateos para hacer llegar su voz a los ciudadanos, a los grupos sociales, a los medios de comunicación y a la Administración sobre aquellos asuntos o cuestiones que puedan tener interés o relevancia social.
2.2 Promover y coordinar las acciones de los ateos para incidir sobre aquellos asuntos o cuestiones que puedan tener interés o relevancia social.
3. Promover la difusión del ateísmo
3.1 Promover la difusión del pensamiento ateo como expresión del conocimiento científico y de la interpretación racional de la realidad.
3.2 Promover la difusión permanente del ateísmo para convertirlo en un valor de referencia a la hora de organizar la vida social.
4. Promover la difusión y la implantación de la laicidad
4.1 Promover la difusión de la laicidad como marco de referencia para la organización de la vida social y política.
4.2 Promover la instauración de la laicidad como fundamento de la organización social y política, con especial énfasis en la consecución de un Estado completamente laico y en la definición de un proyecto para la construcción política de una Unión Europea laica, con vocación de extender la laicidad a escala global.
5. Defender los derechos y las libertades de los ateos y de los ciudadanos en general
5.1 Defender los derechos civiles y las libertades de los ciudadanos con unas ideas, una ética, una moral, unos valores sociales y unas normas de conducta ateas, democráticas y tolerantes.
5.2 Defender un escrupuloso respeto a la libertad de pensamiento, la pluralidad y el derecho a la difusión de todas las ideas, siempre que éstas sean respetuosas con las personas y con sus derechos.
5.3 Defender la neutralidad religiosa del Estado en todos los ámbitos, incidiendo especialmente en la abolición de los privilegios concedidos a cualquier confesión religiosa y suprimiendo toda discriminación por motivos religiosos en nuestro país.
5.4 Defender en general los derechos y las libertades de todos los ciudadanos, sean cuales sean sus convicciones, siempre que éstas sean respetuosas con las personas y con sus derechos.
5.5 Defender el derecho al desarrollo y al progreso político, social, económico y cultural de todos los ciudadanos y de todos los pueblos sin distinciones.
5.6 Defender el respeto a la utilización de los canales democráticos para la modificación de la legislación, siempre que los objetivos comporten el respeto a las libertades y los derechos fundamentales de todos los ciudadanos, e impliquen un compromiso al rechazo de la violencia como medio para imponer un determinado modelo ideológico.
6. Promover el progreso social y la solidaridad entre todos los ciudadanos
6.1 Promover, organizar, gestionar, apoyar y participar en actividades de todo tipo, culturales, lúdicas, sociales, educativas y solidarias en beneficio de la colectividad asociada y de la sociedad en general, congruentes con el resto de objetivos enunciados.
6.2 Promover la integración social de todos los ciudadanos independientemente de su origen cultural para que puedan, en virtud de los derechos y de los deberes alcanzados por nuestra sociedad, elegir en todo momento con libertad e independencia su propia interpretación de la realidad y, si lo desean, su grado de implicación o no en cualquier confesión religiosa organizada.
6.3 Colaborar con las posibilidades al alcance de la Asociación en las necesidades de asistencia, de educación y de integración de colectivos desfavorecidos para extender los beneficios sociales básicos a todos los ciudadanos.
OBJETIVOS ESTRATÉGICOS
Para alcanzar los objetivos generales expuestos la asociación considera oportuno presentar las siguientes reivindicaciones u objetivos estratégicos, pero recordando que nuestra asociación no es dogmática, y que por lo tanto estos objetivos son una herramienta dinámica que puede ser revisada periódicamente para poder dar la respuesta más adecuada a los cambios sociales y a las nuevas ideas que vayan surgiendo en el seno de la asociación.
a) GENERALES
La defensa de la neutralidad absoluta del Estado en cuestiones de naturaleza religiosa, procurando recoger las inquietudes de cualquier colectivo siempre que sean comedidas y ello no signifique hacer prevalecer intereses particulares sobre los del conjunto de toda la sociedad, manteniendo una especial atención para que las confesiones religiosas se mantengan en el ámbito de la legalidad y no traten de apoderarse de forma ilegítima de los recursos y de los mecanismos del Estado.
La denuncia de la superstición y del fraude que con frecuencia se oculta tras las actividades vinculadas a la práctica de la superstición, proponiendo la creación de un marco legal para regular dichas actividades, sobretodo cuando se realicen con pretensiones económicas o profesionales, y exigiendo siempre la obligación de informar a los usuarios de la base objetiva que puedan tener esas prácticas.
La denuncia sistemática de las prácticas vinculadas a la religión o a la superstición en general que puedan afectar a la salud de las personas, o que estén dirigidas a disminuir o anular su capacidad de razonamiento con el objetivo de manipular su conducta o bien de apoderarse de su capacidad de decisión, es decir reduciendo la libre voluntad de las personas con finalidades lucrativas o simplemente para favorecer intereses particulares.
b) LEGISLACIÓN
La supresión de todas las leyes que favorezcan los intereses de cualquier confesión religiosa en detrimento del interés del resto de los ciudadanos o que supongan la imposición de dogmas particulares de una doctrina al conjunto de la ciudadanía, o bien su modificación para hacerlas compatibles con el principio de neutralidad religiosa del Estado, aboliendo los privilegios concedidos a cualquier confesión religiosa y suprimiendo toda discriminación por motivos religiosos en nuestro país.
La modificación del actual estatuto de Estado No Miembro Observador Permanente en la ONU de la Santa Sede para situarla en el lugar que realmente le corresponde en los forums internacionales, que es el de cualquier otra organización no gubernamental de naturaleza religiosa.
La derogación de todos los acuerdos de colaboración del Estado Español con la Santa Sede y las demás confesiones religiosas por considerar que vulneran la Constitución, la legislación europea, y que son contrarios al espíritu de libertad y de igualdad que emana de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948 y del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de 1950.
El cese unilateral de las relaciones diplomáticas del Estado Español con la Santa Sede y con la Soberana Orden de Malta por considerar que no son verdaderos Estados, sino los aparatos burocráticos y administrativos de una confesión religiosa concreta. Para sustituirlas propone regular la relación del Estado con estas organizaciones dentro de la legislación interna del Estado, en igualdad de condiciones con otras organizaciones equiparables, y no en forma de obligaciones internacionales entre Estados.
La creación de una Carta Europea de la Laicidad que recoja los fundamentos para la construcción social y política de la Unión Europea en base a los principios de la laicidad y la neutralidad religiosa, con la pretensión de que sea aprobada por los parlamentos o los órganos respectivos correspondientes y se convierta en un referente para la redacción de la Carta de los Derechos de los Ciudadanos de la Unión Europea, con la voluntad de que en el futuro pueda ser presentada en la ONU para su reconocimiento en todo el mundo.
La modificación del punto tercero del artículo 16 de la Constitución Española para suprimir el párrafo que dice
Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
por entender que los poderes públicos siempre deben tener en cuenta la opinión de los ciudadanos en todos los asuntos de cualquier naturaleza, sin dar especial preeminencia a las creencias religiosas ni mucho menos a una en particular, como podría llegar a interpretarse en este punto.
La reforma radical de la Ley Orgánica 7/1980 de Libertad Religiosa para transformarla en una nueva Ley Orgánica de Libertad de Pensamiento, de Conciencia y de Religión en consonancia con el contenido del artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948, del artículo 9 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de 1950, y del artículo 10 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea de 2000, o en su defecto, para transformarla en una nueva Ley Orgánica de Libertad Ideológica, Religiosa y de Culto, que se ajuste al espíritu del punto primero del artículo 16 de la Constitución, que dice
Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley.
y que permita equiparar los derechos de las organizaciones religiosas con los que se otorguen al resto de asociaciones, en virtud únicamente de las características específicas de sus actividades y en relación proporcional con su contribución al bienestar general y al progreso de la sociedad, y no por su condición religiosa; poniendo especial atención en suprimir los privilegios específicos de cualquier confesión en particular.
La incorporación del Registro Oficial de Instituciones Religiosas que actualmente depende de la Dirección General de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia al Registro General de Asociaciones del Ministerio del Interior para prevenir la posibilidad de un trato específico a las confesiones religiosas que pueda comportar privilegios diferentes de los que se otorguen al resto de asociaciones, en virtud únicamente de las características específicas de sus actividades y en relación proporcional con su contribución al bienestar general y al progreso de la sociedad.
La modificación de la Ley Orgánica de Asociaciones para equiparar los derechos de las organizaciones religiosas con los que se otorguen al resto de asociaciones, en virtud únicamente de las características específicas de sus actividades y en relación proporcional con su contribución al bienestar general y al progreso de la sociedad, y no por su condición religiosa; poniendo especial atención en suprimir los privilegios específicos de cualquier confesión en particular.
c) ECONOMÍA
La supresión de cualquier aportación del Estado a la financiación de las confesiones religiosas, bien sea a través de aportaciones directas, vía asignación tributaria y presupuestos del Estado, o indirectas, como subvenciones encubiertas o desgravaciones y exenciones fiscales injustificadas, salvo aquellas que, en igualdad de condiciones con las demás organizaciones no confesionales, comporten una contrapartida objetiva en beneficio del conjunto de la sociedad que compense de forma equitativa o equiparable a la cuantía económica aportada, poniendo especial énfasis en salvaguardar la obligación constitucional del Estado de mantener una escrupulosa neutralidad religiosa en materia económica. Toda aportación económica del Estado debe ser adjudicada a proyectos que comporten una contrapartida objetiva al conjunto de la sociedad sin condicionamientos religiosos, y jamás para el mantenimiento de una organización.
La supresión del sistema de asignación tributaria opcional a través de la declaración de renta por parte de los contribuyentes a la Iglesia Católica o a “otras finalidades de interés social” (a organizaciones en muchos casos vinculadas a la Iglesia Católica), así como la oposición rotunda a que en el futuro esta forma de financiación pueda hacerse extensiva a otras confesiones u organizaciones.
En primer lugar por considerar que la financiación de una confesión religiosa no puede efectuarse a expensas de los ingresos públicos, ya que las contribuciones de quienes asignan la aportación a una o a ambas opciones propuestas (0,5239% de la cuota íntegra del contribuyente, o 1,0478% si se marcan las dos casillas) son dejadas de ingresar por la hacienda pública, es decir, no se añaden al importe que paga el contribuyente que efectúa la asignación, sino que se descuentan de los ingresos que percibe el Estado.
En segundo lugar porque a causa de lo expuesto en el punto anterior los ciudadanos que optan por marcar alguna casilla aportan objetivamente una cantidad inferior a la financiación del Estado que los que no lo hacen, lo cual vulnera el principio de igualdad ante la ley expresado en el artículo 14 de la Constitución, que dice
Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
En tercer lugar por considerar que no corresponde al Estado gestionar la recaudación de recursos para el funcionamiento de ninguna confesión religiosa ni para ninguna organización privada, ni siquiera en el supuesto de que esta confesión u organización asumiera los gastos del proceso de recaudación.
En cuarto lugar por considerar que la utilitzación de un trámite administrativo que es obligatorio para la totalidad de los ciudadanos no puede ser utilitzado para favorecer la financiación de ninguna organización que no forme parte estrictamente del Estado.
En quinto lugar por considerar que este sistema de recaudación rompe el principio de neutralidad del Estado en materia de religión, pues otorga a la Iglesia Católica una situación de privilegio respecto a cualquier otra confesión o a cualquier otra organización no religiosa y vulnera el espíritu del primer párrafo del punto tercero del artículo 16 de la Constitución, que dice
Ninguna confesión tendrá carácter estatal.
En sexto lugar por considerar que, al colocar a los contribuyentes ante la disyuntiva de tener que marcar o no la aportación económica a la Iglesia Católica, este sistema les obliga de forma encubierta e ineludible a pronunciarse sobre su grado de afinidad con esta institución, lo cual vulnera claramente el espíritu del punto segundo del artículo 16 de la Constitución, que dice
Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
En séptimo lugar por considerar que mantener este sistema es un procedimiento ilegítimo para paliar la incapacidad de la Iglesia Católica de cumplir con las obligacions contraídas en el artículo segundo del Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre Asuntos Económicos de 1979, al cual la Iglesia se refiere para justificar sus demandas, y que al margen de su dudosa constitucionalidad preveía una duración de solamente tres años, es decir hasta el año 1982, para que el Estado mantuviera la asignación complementaria por el importe que no se consiguiera obtener mediante la asignación opcional en la declaración de renta.
En octavo lugar porque no aceptamos la pretensión de la Iglesia Católica de enmarcar este sistema de financiación en el contenido del párrafo segundo del punto tercero del artículo 16 de la Constitución, recogido en el sexto punto del apartado (b) de esta relación, que indica la posibilidad de cooperación del Estado con las confesiones religiosas, porque esta colaboración debería en cualquier caso llevarse a cabo salvaguardando los demás derechos constitucionales de todos los ciudadanos.
La aplicación inmediata de la directiva VI, sobre armonización fiscal, del acuerdo de integración en la Unión Europea, que se opone a la exención del IVA para los objetos destinados al culto, y que entra en contradicción con el artículo tercero del Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre Asuntos Económicos de 1979. Según esta directiva comunitaria los estados miembros de la Unión deben hacer un esfuerzo para eliminar estas desigualdades de su sistema fiscal, cosa que el Estado Español está incumpliendo de forma flagrante.
d) EDUCACIÓN
La supresión inmediata de cualquier asignatura de religión o de cualquier contenido confesional de los programas de la enseñanza oficial obligatoria tanto en las escuelas públicas como en las concertadas y en las privadas, con la consiguiente supresión de todas las posibles asignaturas alternativas a la religión, introducidas únicamente para evitar la deserción masiva de alumnos de la asignatura de religión y para legitimar la presencia de la enseñanza doctrinal en los planes de estudio, y no por el valor formativo real de esas asignaturas.
La asociación no se opone a la enseñanza de la religión, pero sí que es radicalmente contraria a mezclar los contenidos de la enseñanza oficial obligatoria con creencias confesionales partidistas que deberían reservarse para el ámbito estrictamente privado de las personas, y por tanto ser impartidas de forma voluntaria al margen de la enseñanza oficial. El conocimiento histórico o cultural de las religiones debería incluirse en las disciplinas correspondientes en forma de fenómenos históricos o culturales no doctrinarios y por ello deberían ser enseñados por profesores con la calificación profesional necesaria, seleccionados por los mismos procedimientos y con las mismas condiciones laborales que el resto del profesorado escolar, sin intervención de los órganos de ninguna confesión religiosa en dicho proceso.
Además, el hecho de que los ciudadanos se vean obligados a pronunciarse, bien sea activa o pasivamente, sobre si desean o no enseñanza confesional para sus hijos -y en su caso de qué confesión concreta-, obliga de forma encubierta e ineludible a pronunciarse sobre su grado de afinidad ideológica con las confesiones religiosas, lo que vulnera claramente el espíritu del punto segundo del artículo 16 de la Constitución, que dice
Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
Esta misma situación se repetiría aumentada si la enseñanza confesional pasara a formar parte del expediente académico, sobretodo en el supuesto de que esa asignatura fuese evaluable, ya que quedaría reflejada en el currículum de los alumnos y pondría en evidencia su adscripción religiosa o la de sus familias.
La implantación de la laicidad en el ámbito escolar mediante la mejora de la escuela pública laica frente a la subvención indiscriminada a los centros escolares privados por medio del sistema de concertación, sean o no confesionales. Es preciso exigir la enseñanza aconfesional a los centros concertados independientmente de su ideología y al margen de que fuera del horario escolar puedan impartir enseñanzas confesionales a aquellos que lo deseen de forma voluntaria. Nosotros entendemos el punto tercero del artículo 27 de la Constitución, que dice
Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
en el sentido de que debe respetarse el derecho de toda persona a ser instruida en cualquier doctrina siempre que ésta no contravenga la legislación del Estado y sea respetuosa con las demás personas y con sus derechos, pero no en el sentido de que sea el Estado quien deba ocuparse de impartir esa formación, ni de financiar su coste. En cualquier caso ese derecho debería hacerse extensible en igualdad de condiciones para toda convicción religiosa y moral, y por tanto no solamente a las confesiones religiosas. Por eso consideramos que sería deseable la modificación de este artículo constitucional para evitar la posibilidad de interpretaciones ambigüas. Proponemos como punto de partida para la discusión de este apartado la redacción siguiente:
Los poderes públicos velarán para que se respete el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación ideológica, religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones, siempre que éstas sean respetuosas con los derechos y las libertades de todas las personas, y sin que ello suponga para el Estado contraer ninguna obligación para que dicha formación pueda llevarse a cabo.
La supresión de cualquier objeto de culto o ideológico de las aulas de las escuelas públicas y privadas. La asociación no está en contra de la adscripción religiosa de los centros privados, sean o no concertados, pero considera imprescindible suprimir los elementos simbólicos confesionales o ideológicos de las dependencias donde se imparte la enseñanza oficial obligatoria, sin objetar nada a que éstos puedan mostrarse o no en las dependencias reservadas para las actividades confesionales que se realicen voluntariamente fuera del ámbito de la enseñanza oficial obligatoria.
e) SOCIEDAD
La supresión de todos los símbolos religiosos o ideológicos expuestos en edificios o lugares públicos: centros docentes, centros militares, hospitales, juzgados, ayuntamientos o administración en general, que puedan ser susceptibles de violar el principio de neutralidad ideológica del Estado expesado en la Constitución, y de respeto para las convicciones de todos los ciudadanos sin distinciones.
La supresión en las ceremonias oficiales civiles y militares de cualquier elemento de culto o simbólico que pertenezca a confesiones religiosas o a organizaciones ideológicas. Los juramentos o promesas de cargos públicos deben realizarse sobre la Constitución o sobre el ordenamiento jurídico en virtud del cual hayan sido elegidos para representar a todo el pueblo y que se comprometen a aplicar mientras no sea modificado por los procedimientos legalmente establecidos. La acción política en representación del pueblo debe de ser neutral confesionalmente. los compromisos espirituales deben permanecer dentro del ámbito privado de cada cual.
La supresión de todos los espacios confesionales de cualquier religión de los medios de comunicación públicos, o de los privados que reciban subvenciones o que estén financiados con fondos públicos. La asociación no se opone a la presencia de las confesiones religiosas en los medios de comunicación públicos para que puedan expresar sus opiniones, incluso considera legítima su presencia siempre que sea en las mismas condiciones que se otorguen a cualquier otro colectivo social en circunstancias similares, pero entiende que no puede ser función del Estado promover una determinada creencia ni hacer proselitismo a favor de ninguna confesión religiosa concreta.
La obligación para los poderes civiles de ofrecer la posibilidad de efectuar celebraciones laicas en un entorno digno para los actos civiles más importantes de la vida social de los ciudadanos, como mínimo para la celebración de nacimientos o acogida de nuevos ciudadanos, para la celebración de matrimonios o uniones civiles y para los funerales. En condiciones físicas y materiales, en lo que respecta a la aportación de recursos públicos, idénticas a las que se otorguen a las confesiones religiosas.
La revisión del calendario festivo laboral y escolar para reducir la actual proporción de fiestas religiosas de tal modo que, preservando las principales tradiciones sociales, queden mejor representados los valores democráticos sobre los que se fundamenta nuestra sociedad, procurando adecuar preferentemente las fiestas oficiales a las necesidades de la actividad productiva, pero respetando a su vez los legítimos intereses de los ciudadanos por su propio descanso y bienestar.

Manifiesto de la UAL

Nosotros, ciudadanos ateos del mundo, libre y voluntariamente, manifestamos que no creemos en ningún dios, que no creemos en la existencia de una realidad trascendente más allá de este mundo en el que nos ha tocado vivir y que consideramos al hombre como un ser finito con un principio y un final donde todo acaba. Entendemos que el reconocimiento y la aceptación de esta naturaleza material y finita será fundamental para que el hombre pueda superar los retos del mundo actual y afrontar con posibilidades de éxito las dificultades que presente el futuro, y por tanto consideramos que ha llegado la hora de reivindicar un papel protagonista para nosotros en esta sociedad.
Sostenemos que no hay ninguna razón objetiva ni consistente para considerar más allá de la realidad material, es decir de nuestra propia finitud, la existencia de seres con una naturaleza distinta y superior a la humana en los cuales se hallen el origen y el sentido de nuestra existencia. Por la misma razón también negamos la posibilidad de cualquier especie de alma que siga manteniendo algo similar a una actividad espiritual después de la muerte del ser vivo.
Alguien podría pensar que al negar la existencia de un dios trascendente y cerrar la puerta a un más allá después de la muerte el ateísmo arroja al hombre a un callejón sin salida, a una especie de desesperación, pero nada más lejos de la realidad; el ateísmo no es una forma de pensamiento negativa ni pesimista basada en la oposición ni en la falta de esperanza, sino todo lo contrario. El ateísmo es liberador, porque devuelve al hombre el gobierno y la responsabilidad de sus actos y de su destino.
El ateísmo enseña que hay que valorar la vida en la tierra, la única que tenemos, y reivindica para el hombre el orgullo de saberse dueño de sus propias decisiones, de sus capacidades, de sus posibilidades. Pero también le recuerda que la vida de sus hijos, de sus semejantes y la herencia que transmita a las futuras generaciones están en sus manos. El mundo resultante será responsabilidad suya, y por tanto tiene la posibilidad de esforzarse para mejorarlo poco a poco, cada día, en beneficio de todos, o bien de conducir a nuestros herederos a vivir en un verdadero infierno, pero no en un tiempo ficticio ni en algún lugar extraño, sino en esta casa nuestra que es la tierra. Nada está escrito. Tenemos por delante una hoja en blanco para materializar nuestros sueños y conseguir el progreso y el bienestar de toda la humanidad, o bien para hacerla desaparecer.
Por eso es fundamental que seamos capaces de asumir nuestra verdadera identidad y de disfrutar con valentía y responsabilidad de la vida sin esperar ayudas del exterior ni pretender hallar la recompensa a nuestros actos en otro tiempo, porque esto es todo lo que tenemos y nuestra vida, tan débil, termina completa y definitivamente con la muerte. Esto no es triste ni es alegre, no es bueno ni malo, nos guste o no nos guste es tan solo la inexorable realidad. Y para nosotros es una señal de madurez tratar de ver las cosas tal como son, pues solamente a partir del reconocimiento de la propia naturaleza podremos intentar superarnos para llegar a construir este futuro mejor que deseamos para todos.
A través de los siglos el hombre ha avanzado gracias al conocimiento, pero nunca gracias a la religión. Cuando se han producido contribuciones al conocimiento de personas con convicciones religiosas ha sido con frecuencia a pesar de los obstáculos de sus propias creencias, y con frecuencia esas personas lo han pagado caro, pues a la religión no le interesa el conocimiento de la verdad, sino solamente aquello que le permita justificar el dogma de sus creencias para poder perpetuarse. Si la ciencia o los descubrimientos se han adecuado a sus intereses han sido aceptados y respaldados. Sino, han sido repudiados, y sus responsables excomulgados, torturados y cuando ha convenido sacrificados. Muchos hombres y mujeres ilustres constituyen el testimonio de esta afirmación a lo largo de la historia. Una historia de intereses y de intransigencia que no parece congeniar demasiado con las ideas de libertad y de tolerancia que nosotros deseamos ver prevalecer en el siglo que ahora comienza.
Los nuevos tiempos reclaman nuevas formas de análisis y nuevas soluciones. La moral que defienden y tratan de imponer las religiones al conjunto de la sociedad es una moral caduca e hipócrita que únicamente responde a condiciones de vida, a modelos sociales y a intereses del pasado, y por tanto es una moral que debe de ser superada por nuevas propuestas que respondan con eficacia a la realidad del presente y que puedan servir de referencia a las necesidades del futuro. Obstinarse en mantener los dogmas de la fe como paradigma de una supuesta virtud sólo sirve para frenar el progreso y para retrasar la incorporación a la sociedad de los avances proporcionados por el conocimiento y las nuevas posibilidades de la tecnología, condenando a amplios sectores de la población a un sufrimiento estéril, o a una contradicción permanente entre su forma de vida y los modelos anacrónicos que las religiones quieren seguir imponiendo con el fin de preservar sus intereses particulares.
El hombre necesita preguntarse sobre las cuestiones fundamentales. La historia de la civilización ha sido en definitiva la historia de la lucha del hombre contra la ignorancia, por reducir el ámbito de aquello que denominamos lo desconocido, de la parte de la naturaleza que no hemos llegado todavía a comprender. El ateísmo no es más, en realidad, que una conclusión lógica, una respuesta consistente ante determinadas preguntas que el hombre se ha planteado reiteradamente a través de los siglos. No hay ninguna razón, ningún argumento, ninguna necesidad de depositar en manos de una fuerza mágica ni de una supuesta divinidad sobrenatural el destino de los hombres, y menos todavía en una casta de intermediarios que pretenden constituirse en interlocutores únicos de esta supuesta divinidad.
El ateísmo fomenta la libertad de pensamiento y la reflexión individual, confía en el poder del conocimiento, en el esfuerzo de autosuperación para transformar la naturaleza en beneficio del hombre pero con la prudencia exigible para no agotarla, en la inteligencia para crear un sistema moral y para organizar la sociedad en base a la razón y la justicia. El ateísmo confía en el hombre y estimula su capacidad para lograr el progreso gracias a su propio esfuerzo y a la colaboración de todos. El ateísmo restituye definitivamente al hombre su dignidad. La religión en cambio enseña el desprecio por la vida a cambio de una recompensa que sólo podrá obtenerse por medio de la obediencia y de la sumisión. ¿Obediencia a quién? ¿Sumisión por qué?
Ha llegado la hora de renovar las viejas estructuras de pensamiento. Ha llegado la hora de trabajar para garantizar la defensa del derecho de todas las personas a la libertad de conciencia, a manifestar y a difundir su pensamiento sin coacciones impuestas por tabúes sociales ni por la profusión de medios que disfrutan las religiones ni otras formas de intolerancia. Ha llegado la hora de garantizar la igualdad de oportunidades para todos los hombres sin discriminaciones inducidas por la adscripción escéptica o religiosa de cada cual, de velar por la independencia del Estado respecto de la Iglesia, denunciando presiones, privilegios, ingerencias, de reclamar para los no creyentes el mismo trato respetuoso y los mismos derechos que se otorgan a las demás organizaciones. Ha llegado la hora de concienciar a los ciudadanos sobre el enorme poder y la desmesurada influencia que las religiones tienen en todos los ámbitos de la vida social y sobre las fatales consecuencias que de ello se derivan. Ha llegado la hora de hacer del ateísmo un valor de referencia imprescindible a la hora de organizar la vida social.
Nosotros entendemos el ateísmo como un sistema abierto, generoso, que se enriquece cuando recibe aportaciones nuevas, que tiene por objeto el conocimiento y el progreso, pero también que se opone a cualquier dogmatismo. El nuestro no es un proyecto en contra de dios, porque entendemos que no puede ser la simple negación el motor que impulse la construcción de una sociedad nueva. El nuestro es sencillamente un proyecto sin necesidad de dios. Es el proyecto de una concepción del mundo que busca en el hombre los principios de una sociedad laica, de una sociedad abierta a todos y basada en la tolerancia, la cooperación y la solidaridad, sin interferencia de la religión en el ejercicio del poder político, que esté orientada a servir a los ciudadanos sin distinciones y no a mantener privilegios en nombre de una trascendencia que nadie ha conocido jamás, ni nadie jamás podrá comprobar.
Nuestro propósito es agrupar a todas aquellas personas con ideas basadas en la tolerancia, la independencia de pensamiento y libres de prejuicios históricos que estén dispuestas a defender su escepticismo ante la poderosa influencia que la religión todavía posee en nuestra sociedad. Esperamos poder reunir a todos los ateos en un foro común para que puedan colaborar con sus aportaciones a enriquecer, libremente y sin temor, el debate común para decidir el futuro que queremos, el modelo de convivencia de las sociedades y los pueblos del mundo. Es una iniciativa ambiciosa que requiere la participación y la colaboración de todos los ateos. Ahora es el momento de construir una asociación fuerte. Esperamos poder contar pronto con un gran respaldo para esta tarea.
Este Manifiesto se propondrá para su aprobación en la primera Asamblea General de Unión de Ateos y Librepensadores.

Manifiesto Internacional para un Humanismo Ateo

Los firmantes de este manifiesto constituyen el Comité Internacional de Enlace de los Ateos y de los Librepensadores, cuyo objetivo es proponer a nivel mundial el humanismo ateo como alternativa positiva a la religión y defender la estricta separación del Estado y la Iglesia en todos los países.
La religión es prehistórica y primitiva
Las religiones fueron las primeras tentativas infantiles de la humanidad para tratar de explicar y controlar la naturaleza. Para explicar lo desconocido en la naturaleza las religiones nos dieron una respuesta desprovista de sentido, la respuesta de “un dios salido de la nada”, “un dios que lo hizo todo”. Todas las cosas, incluyendo a los hombres, se suponía, eran creaciones de los dioses y estaban sometidas a su voluntad. Para intentar controlar la naturaleza mediante la intervención divina las religiones declararon que debíamos rezar a esos dioses, sometiendo otra vez a la humanidad a su voluntad. Las religiones eran también respuestas primitivas y reaccionarias al miedo a la muerte. Las religiones declararon que un paraíso divino y eterno nos esperaba después de la muerte, un paraíso bajo la autoridad de los dioses que nosotros deberíamos “merecer”. La voluntad de los hombres estaba sometida a los dioses.
En consecuencia, según la religión, los hombres deberían prosternarse ante la voluntad de las divinidades “sobrenaturales” y obedecer a ciegas sus deseos. Esa era nuestra única razón de existir. Después de todo, nosotros no éramos dueños de nuestras vidas. Nosotros no teníamos ningún destino propio, éramos juguetes, objetos de un juego extraño, invisible y “divino”. Las religiones declararon que la existencia de los hombres sobre la Tierra era sólo un paso obligatorio, aunque menor, lleno de dolor, desde las agonías provocadas por la “caída” en la Torah judía, hasta el mundo rodeado de sufrimientos de los budistas, y el “valle de lágrimas” de los cristianos. El único objetivo de la vida era obtener el acceso a una improbable “vida después de la muerte”. El papel interesado que juegan los líderes actuales de las religiones en la distribución de estas viejas ideas es, en última instancia, destructor. ¿Existe algo más nocivo que pedir a los hombres que renuncien al beneficio de la razón y de la prueba para creer en seres sobrenaturales que roban nuestra voluntad, nuestra independencia y nuestra dignidad? Al contrario, los ateos y los librepensadores afirman su acuerdo con Protágoras: “el hombre es la medida de todas las cosas”. No necesitamos referirnos a lo sobrenatural para determinar la naturaleza de la realidad, saber lo que somos y cómo deberíamos actuar. Nuestra inteligencia y nuestra conciencia son guías suficientes.
El Paraíso, si es que existe, debería realizarse sobre la Tierra y no en un reino etéreo más allá de la muerte. Es aquí y ahora que debemos ser seres humanos y vivos. Como librepensadores y ateos creemos que la humanidad ya no necesita religiones anticuadas, primitivas, peligrosas y degradantes.
La religión se basa necesariamente en el dogma
Para perpetuar la subordinación de los hombres a lo sobrenatural las religiones y las sectas inventaron un fárrago de dogmas. Las prohibiciones religiosas, el delito de blasfemia, la amenaza de excomunión y la fatwa son algunos de los numerosos procedimientos creados por las religiones para alimentar nuestros temores, obligarnos a creer e impedir nuestra emancipación. La noción de verdad procedente de una imposición “divina” tiene un solo objetivo: imponer a los hombres un comportamiento, dictar prohibiciones; no tenemos ningún derecho a ser libres de decidir para nosotros sobre nuestros propios modos de vida. Pero realmente no hay ni verdad revelada, ni verdad moral absoluta: hay sólo verdades morales relativas que pueden cambiar de una cultura a otra, de una generación a otra. Ningún dios murmuró nunca nada a nuestros oídos, todo lo hemos adquirido con nuestros propios medios. Nos hemos educado a nosotros mismos, como dijo Heráclito hace miles de años “aprendemos por nosotros, para nosotros”.
Como librepensadores y ateos, pensamos que los hombres deberían romper las cadenas del dogma religioso y seguir su propio camino para conquistar el conocimiento y la libertad. Nada está grabado en piedra por anticipado. Tenemos nuestra responsabilidad en la determinación de nuestras propias verdades y de nuestro futuro.
La religión es la negación de la ciencia
La ciencia se apoya sobre la razón y sobre la prueba, la religión sobre la fe. Estas dos visiones del mundo son mutuamente antagonistas. De hecho, para tener fe, hay que abandonar o contradecir la razón y la prueba. Es por eso que la religión es la negación de la ciencia.
Prohibiendo a la ciencia ir más allá de la Biblia, más allá del Corán o de todos los demás libros “sagrados” las religiones lucharon siempre contra las tentativas de explicación de la vida en términos naturales. Las religiones han puesto siempre la verdad “revelada” por encima de la verdad descubierta “científicamente”. La ciencia y la religión son fundamentalmente antagonistas.
Galileo y Bruno, perseguidos por la misma Iglesia Católica que comenzó rechazando la teoría de la evolución: he ahí dos ejemplos de ese antagonismo. Las opciones éticas son a menudo definidas en relación con la ciencia pura y la ciencia aplicada. ¿Pero qué criterios deberían ser usados para determinar qué es “bueno” y qué es “malo”? ¿Quién debería arbitrar estas preguntas, los dioses o los hombres? ¡Hay tantas mitologías y dioses contradictorios para saber cuál escoger! ¡Y sus “mensajes” no siempre están completamente claros! ¿Y qué capacidad tienen las religiones para juzgar los descubrimientos científicos? En última instancia, deberíamos tomar decisiones basadas en lo que es mejor para la humanidad. La ciencia debería ser liberada del poder arbitrario y de la dictadura del dogma religioso.
Como librepensadores y ateos apoyamos un esfuerzo general para impulsar el pensamiento crítico y el método científico como únicos medios para alcanzar el conocimiento del universo. Rechazamos la fe y la revelación como métodos para avanzar en el conocimiento de la realidad porque sólo producen resultados contradictorios y sin consistencia. Exhortamos al examen de las contradicciones y a la crítica de todos los sistemas de fe sobrenatural y de todas las instituciones religiosas. Rechazamos todas las explicaciones de lo desconocido por un “dios que proceda de nada”. Rechazamos el creacionismo como una forma de religión sin consistencia.
La religión es la opresión
La subordinación de la voluntad de los hombres a lo “divino” es un acto de opresión. La costumbre que conduce a obedecer al clero, dejarlo tomar decisiones en nuestro lugar, es un acto de opresión e irresponsabilidad.
Las religiones y las sectas siempre han servido para justificar la opresión social, económica, cultural y política. Desde el sistema de castas del hinduismo hasta la Epístola a los Romanos (13. 1-7) de la Biblia cristiana, en el Sura (16:72) sobre las Abejas del Corán islámico, en el capitalismo desenfrenado y explotador de los protestantes, en el apoyo al zarismo y el estalinismo de la Iglesia Oriental Griega Ortodoxa: las “enseñanzas reveladas” justificaron la organización de tiránicas jerarquías sociales y la preservación de la explotación económica.
Quien quisiera criticar esa jerarquía y esa explotación desafiaba la “voluntad divina”. Es por eso que las religiones actuaron siempre como instrumentos de la opresión social. A lo largo de la historia, los monarcas y los dictadores encontraron sus “justificaciones” morales apelando a la autoridad sobrenatural, como sucede con el concepto de “monarquía de derecho divino”. Además, la injusticia y la miseria son toleradas debido a que la fe religiosa promete un mundo mejor y sobrenatural que nos esperaría después de la muerte.
Los firmantes de este manifiesto trabajaremos para la emancipación completa de la humanidad en todos los ámbitos. Ningún sistema político, ético, económico, social o religioso puede justificar la esclavitud del hombre. Apoyamos la estricta separación del Estado y de la Iglesia y rechazamos todos los tratamientos especiales y los privilegios concedidos por los gobiernos a las religiones.
Hombres libres en una sociedad libre
De todo lo que hablamos en este manifiesto podemos extraer una conclusión: como dijo Rousseau “el hombre nació libre y sin embargo está por todas partes encadenado”. El mayor óbice alrededor de los tobillos de la humanidad es la cadena y la bola de la religión.
Deberíamos ser libres de pensar y vivir en una sociedad organizada según nuestra propia voluntad. La percepción de quienes somos y de lo que somos, en qué decidimos creer, la vida que queremos llevar, de qué manera decidimos expresarnos y con quién decidimos unirnos determina nuestro futuro y nuestra felicidad. La libertad de conciencia es de primera importancia en la construcción de la sociedad en la que decidimos vivir. El reconocimiento de esta libertad de conciencia ha sido expresado varias veces a lo largo de la historia: en la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos en 1789, en la Ley de Separación de las Iglesias y el Estado en Francia en 1905, en la Separación de las Iglesias y el Estado en México en 1917, y en el Decreto de Separación de la Iglesia y el Estado en la URSS en 1918.
En consecuencia, exigimos dos cosas:
1. A nivel individual nos pronunciamos a favor del desarrollo internacional del ateísmo, que es la única base para un humanismo verdadero. Si la fe en los dioses persiste, entonces no puede existir un lugar digno para el hombre. Debemos escoger y escogemos al hombre. Debemos subrayar que el ateísmo (en lugares como la India o la antigua Grecia) es una filosofía muy antigua, que existe desde mucho antes que la mayor parte de las religiones y las sectas.
2. Porque la verdadera libertad de conciencia sólo puede existir con la neutralidad de los estados y de los servicios públicos respecto al sujeto filosófico (religioso o antireligioso), pedimos la completa separación de los Estados y las Iglesias en todos los países. Ningún gobierno tiene el derecho de imponer a sus ciudadanos una fe o la incredulidad religiosa.
Apoyamos incondicionalmente el laicismo y la neutralidad de los gobiernos que dejan a cada individuo la libertad de escoger y expresar su propia fe, sin ninguna obligación social ni gubernamental.
Cooperación internacional para un objetivo común
El Comité Internacional de Enlace de los Ateos y de los Librepensadores se pronuncia por el humanismo ateo a nivel mundial como medio indispensable de conquistar la libertad y la dignidad humanas, y por la estricta separación del Estado y la Iglesia en todos los países como medio indispensable para conquistar la libertad de conciencia.
El CILALP será un complemento y no un rival de todas las organizaciones nacionales e internacionales que trabajen en favor del ateísmo, el pensamiento libre, el humanismo, el laicismo y el racionalismo. El objetivo del CILALP es facilitar la cooperación internacional entre los ateos y los librepensadores, indispensable para alcanzar nuestros objetivos comunes.
Nuestra estructura internacional es democrática. Cada organización nacional atea o de librepensamiento que firme este manifiesto y se adhiera al CILALP contará con un voto en el consejo ejecutivo del CILALP. Cada grupo escogerá a su representante. Los ateos y los librepensadores que firmen este manifiesto individualmente tendrán un voto consultivo.
Sólo las organizaciones ateas nacionales y de librepensamiento tendrán votos deliberativos. Sin embargo, todos los esfuerzos estarán encaminados a alcanzar un acuerdo general con el mayor número posible de grupos e individuos. Cada año el consejo ejecutivo del CILALP escogerá a un presidente para un mandato de un año, y asegurar la coordinación. Además, el CILALP podrá escoger a un portavoz para cada continente.
El Comité Internacional de Enlace de los Ateos y de los Librepensadores se propone como objetivo celebrar su primer congreso mundial en París, Francia, en 2005, con motivo del primer centenario de la ley francesa de separación de las Iglesias y el Estado, el 9 de diciembre de 1905.
Primeros firmantes:
Atheists Alliance (EEUU-Internacional).
Fédération Nationale de la Libre-Pensée (Francia).
American Atheists (EEUU).
Union des Athées (Francia).
Las organizaciones firmantes llaman a todas las asociaciones y a todos aquellos que se reconozcan en este Manifiesto Internacional a que lo firmen, a fin de poder constituir juntos el Comité Internacional de Enlace de los Ateos y de los Librepensadores.

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